miércoles, agosto 04, 2010

El límite del fin del mundo. parte II




II

Ariel y yo aguardamos en la entrada del edificio, Gus subió a realizar su misión y en el aire se diluían las ideas que el alcohol había avivado. Con estruendo, Gustavo bajó corriendo las escaleras con cierto brillo de malicia en la mirada y detrás de él, su primo Luis. Como pedo atravesamos la calle y evadimos un par de perros para escabullirnos en la primera esquina bajo el cobijo de la sombra de una caja de trailer y así poder mear a gusto:

-¿Qué paso, wey? ¿por qué corremos?
- No mames, mi carnala, le dije que estabas en el hospital y necesitaba dinero para…
- Te pasas de verga, cabrón… ¿y tú, que pedo pinche Luis?
- Pus este wey me dijo que si iba… y pus fui.
- Y ahora ¿que pedo? ¿A Cuautla?
- Chido.

Ya mas tranquilos salimos a la avenida a tomar un taxi.

-al metro Xola por favor.

“One that´s born of memories, One more bruise you give to me, One more test just how much can I take”. Al ritmo de tonadas mentales a bordo de un vocho llegamos al metro Xola, pero gracias a las aptitudes sociales de viernes por la noche que domina Gustavo acabamos en Taxqueña por un módico precio, casi resignados a pasar la noche en un Vips a base de café y debates ociosos.

Con paso decidido caminamos hacia la entrada de la Terminal de Autobuses del Sur, de taquilla en taquilla buscando un lugar para ir a la tierra prometida. Unos minutos bastaron para que Gustavo nos presentara a un sujeto que estaba dispuesto a llevarnos a Acapulco a cambio de poder irse por autopista

-Tengo que ir a dejar un coche pero no me quiero ir por la libre, paguen lo de las casetas y estamos a mano.

Con calzador entramos en un Stratus Luis, Gustavo, Ariel y yo en la parte trasera, mientras que adelante iban el chofer y una pareja que se unió al viaje. La ilusión de la carretera me inundaba la cabeza de ideas y de cosas “You´re not the one, but you´re the only one, Who can make me feel like this, You´re not the one but you´re the only one, Who can make me feel like shit”, la luna alumbraba el sendero que dejábamos atrás mientras las barreras de contención pasaban fugaces frente a mis ojos y de tras ellas los gigantes milenarios en las penumbras vigilaban nuestro camino. Después de unas 2 horas nos detuvimos en el puente de Mezcala… Ya no había marcha atrás y la euforia etílica se había bajado del crucero desde hace mas de una hora. La incredulidad se dibujaba en nuestro rostro y nos dificultaba saber lo que hacíamos a ciencia cierta.

-¿Los Foo qué?

El trayecto restante lo mantuvimos en vigilia, y después de varias curvas, un par de casetas y muchas calles finalmente aparcamos en frente de un Gigante. El alba estaba por despuntar, mientras el murmullo de las olas nos despertaba del sueño nuboso, caminamos por la arena mientras el horizonte se pintaba naranja y nos impregnábamos de ese dulce olor a sal. Gustavo busco su prioridad, recuperar sus horas de sueño y se hizo un ovillo en la arena, mientras Ariel, Luis y yo caminábamos por la playa. En pocas horas amaneció y teníamos varias misiones por completar. Embriagados por las emociones buscamos un teléfono público para comunicar y aclarar nuestra ausencia en la capital. Reprimendas y reacciones de sorpresa no se hicieron esperar, después de eso buscamos lo elemental: comida.

-¡Los Foo Fighters!
-No sabía que te gustaran.

Unas enchiladas de aire fueron suficientes para disfrutar nuestra estancia mientras pensábamos en cómo regresar al tristito federal. Gracias a mi infalible sentido de la ubicación y de mi casi perfecto conocimiento de las calles de Acapulco acabamos enfrente de la playa angosta luego de caminar durante 3 horas cuando pudimos llegar ahí en 20 minutos. La visión de la inmensidad del mar, la brisa, el brillo del sol sobre las olas que rompían en las rocas me dio la sensación de que lo que había pasado y lo que estaba por venir valía la pena por ese momento. Ahí, en el limite del fin del mundo.

La tarde empezó a caer y el hambre a apretar, así que buscamos la forma mas económica de comer, a medias. Ya con cierto cansancio nos embarcamos a la búsqueda de la forma de regresar a casa, y después de 3 horas de estar buscando transporte en una gasolinera a la salida de Acapulco decidimos que lo mejor sería buscar donde dormir y esperar a que amaneciera. Resignados caminamos por la costera hasta que debajo de una palapa hicimos un hueco en la arena y a disfrutar la última noche acapulqueña.

1 comentario:

martha dijo...

y la tercera parte de "El límite del fin del mundo" para cuando???
esta chido que lo escribas la verdad siempre habia querido saber con detalle y todo, como fue que llegaban a la toma de decicion de sus aventuras, se me hizo un poco irreal que haya sido haci de facil como cuando fuimos a toluca, pero ...ahora veo que realmente con solo decirlo ya bastaba...
atte martha